Sophy Hernández: “Me sentí menospreciada”.La intérprete reflexiona sobre sus orígenes, sus vivencias y sus mayores miedos

Apocos meses se le dedicó una sala en el Museo de San Sebastián a la artista nacida en Aguadilla, donde se exhibe memorabilia de la llamada “Sophy de Puerto Rico”. (Jorge Ramírez Portela)

La primera vez que la cantante Sophy Hernández se sintió rechazada públicamente, y quizá la última, iba tomada de la mano de su madre.
Fue en el casino de su pueblo, San Sebastián, a donde asistían las familias adineradas a divertirse y se prohibía la entrada a los menos privilegiados y a los de piel morena o negros.
Años después, la vida le demostraba que todo cae en su justo lugar. Comenzó su carrera como vocalista en la Orquesta de Tito Puente en Nueva York llenando los teatros donde se presentaba y, años más tarde, como solista, llegó a ser una de las cantantes puertorriqueñas que más discos vendió y en su pueblo, tanto pobres como ricos, la aclamaban con cada triunfo que lograba.
“Me sentí menospreciada en este lugar, El casino ' de primera', se llamaba, era exclusivamente para los blancos y ricos. Recuerdo que una vez vine de chiquita con mi mamá a traerles el regalo a unos niños que ella cuidaba, los hijos de doña Julita Suau, y no nos dejaron pasar de la puerta porque no dejaban entrar personas pobres ni trigueñas ni negras, ni siquiera indias”, sostuvo la artista que el 15 de diciembre cumple 65 años, frente a lo que era el casino y hoy es un edificio comercial.
Su boda
Junto al casino se encuentra la iglesia católica del pueblo. Ahí Sophy se casó con el cantante peruano David Dalí en una boda que todo el pueblo celebró y que fue transmitida en vivo por televisión.
“La parroquia de San Sebastián, ahí me bautizaron y ahí me case. Vinieron 5,000 personas a mi boda, un recuerdo extraordinario”.
Desde la plaza pública la voz de “Muchacho malo” señaló hacia la casa de doña Vita, una señora que vendía guantes que su mamá cosía. Hoy la residencia es un monumento municipal.
“Era una señora muy querida en el pueblo. Yo venía con tres o cuatro años de edad a llevarle los guantes. Me trae recuerdos muy bonitos porque era una señora muy simpática, me encantaba mucho su casa y ella me dejaba correr por dondequiera”.
Un espacio permanente para su memorabilia
Hace pocos meses se le dedicó una sala en el Museo de San Sebastián a la artista nacida en Aguadilla, donde se exhibe memorabilia de la llamada “Sophy de Puerto Rico”. Desde que entró al lugar la cantante no cesó de llorar de la emoción. 
“Se me va a ser un poco difícil esto. Es una emoción de alegría la que siento porque sé que el día que me vaya de este mundo me voy tranquila sabiendo que mis cosas están bien cuidadas y protegidas para que las futuras generaciones puedan saber quién fue ‘Sophy de Puerto Rico’”.
Nos mostró la carátula del disco que grabó junto al cantante dominicano Johnny Ventura. Luego su primer disco para Sony y nos contó que la ropa con que aparece en la portada de la producción fue diseñada por ella.
“Fui a comprar la tela y los adornos para el vestuario. Se están exponiendo los trajes que usé en varios desfiles puertorriqueños que se celebraron en diferentes estados de Estados Unidos”, comentó para luego mostrarnos “Sophy en portugués”, otra producción de merengue.
“Estoy muy agradecida de Dios por todas las cosas buenas que he recibido, el cariño de mi pueblo y del público de otros países que también me quieren mucho”.
La primera casa
La humilde casita donde Sophy se crió en el Barrio Pueblo Nuevo ya no existe, lo que queda es un terreno baldío en su lugar.
“Todo esto lo caminaba yo, uno sube y baja de cuestas, por eso estaba tan flaca a pesar de que comía muchísimo”.
De ahí pasamos a la casa donde ella vivió junto a su mamá luego de que Sophy regresara de Nueva York, a donde la enviaron a los diez años a vivir con una tía porque su mamá enfermó tras la separación de su padre y que la pobreza les arropara.
De inmediato, le vino a la mente que esa casita de madera tenía un sótano, que el actual dueño confirmó que aún existía, y que a pesar que llegamos sin avisar tuvo la deferencia de permitirnos caminar por cada uno de sus rincones. Las memorias estaban a flor de piel.
“Cuando mi mamá se enfermó de la mente por tanto sufrimiento que tuvo, y no tuvo las atenciones como ahora de psicólogos y psiquiatras, me mandaron para Estados Unidos a casa de una tía y regresé a los 14 años, cuatro años después a esta casita”.
Su maestra, su mentora
La intérprete de “Locuras tengo de ti” nos llevó a conocer la escuela Narciso Ravel Calero a la que fue cuando regresó de Estados Unidos.
“Estaba en octavo grado cuando conocí a la maestra Gladys Ruiz, quien me daba clases de arte dramático que fue muy importante en mi vida y  en mi carrera, fue la persona que me dio los mejores consejos y siempre se mantuvo conectada conmigo aunque yo estuviera en Estados Unidos trabajando ya después de grande”.
Terror al cementerio
 Pasamos por la casa de su papá que, para llegar hasta a esta había que atravesar el cementerio público que ahora está abandonado.
“En este cementerio enterraron a mis abuelos, y no me olvido que cuando me quedaba en casa de mi papá pasaba corriendo por aquí y me daba un miedo que se me paraban los pelos. Me le escapaba a mi papá  para llegar a donde mi mamá porque no podía estar sin ella”.
Concluimos nuestro trayecto en el Parque de la identidad de San Sebastián en el que se exhibe una placa con su nombre y la de otras personas ilustres del pueblo.
“Quien me iba a decir que esa niñita que vivió en aquella pobreza, en aquel callejoncito que ya no existe, y que no tuvo cuna porque yo dormía en un coy, una especie de hamaca de lona que colgaba de dos palitos,  que hoy en día me hagan este homenaje de tener una tarja con mi nombre en el Parque de la Identidad. Estoy muy agradecida de Dios y de mi madre porque gracias a ella estoy aquí”.
fuente"elnuevodia

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