Breve crónica del hasta siempre de Carmen Suárez, la mujer de la eterna sonrisa."Osvirocha"
Orlando Ramos.Acento.com.do...
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- A la 5:22 de la tarde, el carro fúnebre empezó el descenso lentamente por la calle del panteón, para acercarse a lo que sería la última morada de la fotoperiodista Carmen Iris Suárez.
Bajo la carpa blanca que guardaba a familiares y amigos, el llanto iba y venía como el brillo mismo del Sol a ratos opacado por las nubes del atardecer.
Familiares, amigos, compañeros y compañeras de labores de Carmen Suárez coincidieron en el Cementerio Cristo Redentor la tarde del viernes 2 de diciembre para decir un último adiós a esta mujer querida y admirada por todos.
Todas las miradas se deslizaron por la calle hacia el cortejo fúnebre, mientras los corazones se agitaban. El dolor de su pérdida de familiares y amigos se hizo en los rostros, mientras que sus colegas de la prensa guardaban en memorias y fotogramas el recorrido.
Poco a poco, las expresiones de amor fueron tomando fuerza en el campo santo. No hubo más había espacio que para llorar y decirle a Carmen que fue una mujer muy querida y apreciada por todos.
El rostro de Plinio Pérez, su esposo por más de dos décadas y con quien procreó dos hijos, se endurece más mientras camina hacia el carro fúnebre, ahora detenido frente a la carpa. La puerta negra se abre, mientras que dos hombres retiran las coronas de flores sobre el vehículo y las transportan al nicho.
Los hermanos de Carmencita echan mano a las barras doradas del féretro brillante, seguidos por el esposo, para empezar la caminata, entre cruces.
La despedida es amarga. Los hijos de la que fue una mujer energética y llena de alegría, se funden en un abrazo entre lágrimas.
La tapa en el nicho cubrió de sombras el espacio y el féretro no se vio más. Solo se escuchaba el llanto y las despedidas. El adiós… el hasta siempre.
En el cielo, cargado por ásperas nubes, se presentó un arcoíris de fulgurantes colores, como homenaje a Carmen, a Iris, a la madre, esposa, amiga, hermana, fotógrafa, la mujer de la eterna sonrisa que llenó de color con su arte álbumes, portadas de diarios, revistas… que reveló rollos y rollos de alegría, de injusticias y de duras verdades.
Ahí se quedó Carmen en cuerpo, pero su vida se queda en todos los presentes, que se alejan junto con el arcoíris.
La calle se llena de gente que observa hacia el último lugar de descanso antes de emprender la partida. El Sol no volvió a salir.
